Hace años ya, decidí desterrar la palabra «problema» de mi empresa. ¿Por qué no usarla?. Pues, simplemente porque los «problemas» no existen.
Es así, no estoy (demasiado) pirado. En mi opinión, utilizar esa palabra es introducir pensamiento negativo en la empresa, mientras que si es reemplazada por otras más «positivas», facilita su resolución y predispone satisfactoriamente a las personas.
Veamos, existen dos tipos de «problemas», a saber:
1. Los que tienen solución
2. Los que no tienen solución
1. Si el problema tiene solución es fácil pensarlo como una «tarea», un «desafío», un «paso», o un «evento» o «etapa» a cumplir. Es mejor utilizar cualquiera de esas palabras, en vez de la primera. También podría usarse algo como «inconveniente» o «falla».
2. Si el problema no tiene solución también deja de ser un «problema». Pasa a ser un evento o caso que hay que aceptar, o ver cómo sortear. Lo más importante es tomarlo como un aprendizaje, y no como algo negativo.
En otras palabras, no hay eventos «malos» o «buenos», sino simplemente cosas que ocurren y que hay que resolver, tomando una enseñanza en el camino de esa resolución.
¿Qué te parece la idea? Espero tu comentario.